“Suban a las montañas, traigan madera y reedifiquen mi templo. Eso me alegrará mucho y ustedes serán recompensados. Lo digo yo, el Señor.”
Hageo 1:8 NBV
El Señor habla al pueblo a través del profeta Hageo. Y les plantea una situación evidente: Las casas personales crecían en detalles y adornos, mientras la casa del Señor estaba en ruinas.
El reclamo de parte de Dios, a primera vista, pareciera ser un pedido meramente materialista. Pero lejos está de serlo.
Lo externo, estaba evidenciando lo que en el interior sucedía. Dios no reclamó que el pueblo construyera sus hogares. Esa etapa ya había terminado hace rato, dando paso a la etapa de los “detalles”.
No era la necesidad básica, era el exceso de tiempo y esfuerzo que estaban poniendo a los detalles, mientras que el templo estaba derribado. Por eso el pedido es claro: “Subí, traé y reedifica”
A Dios no le molesta que construyas proyectos, vida, familia, mientras todas las áreas sean edificadas de igual manera (3° Juan 2). Pero hay un momento donde algunas áreas comienzan a embargarlo todo, dando lugar a “los detalles interminables”.
Ya no hay tiempo, para lo demás, solo es ver que más podemos agregar, que más podemos hacer, que más podemos tener, que más podemos alcanzar y dejamos de construir lo importante: Nuestra relación con Dios.
Por eso el pedido de Dios para tu vida es claro: SUBÍ a mi presencia TRAE lo que tengo para darte y REEDIFICA tu vida espiritual. Restaura lo que nunca tuvo que ser abandonado, lo que nunca tuvo que ser dejado.
No permitas que «los interminables detalles de la vida», desvíen tu mirada de lo importante.
Como dice el Salmo 127:1 “Si el Señor no construye la casa, («los proyectos, los anhelos, la familia, el ministerio…») el trabajo de los constructores es una pérdida de tiempo.”
“Que Dios despierte en tu vida, un nuevo tiempo de enfoque espiritual”