«Comunicaron al pueblo la verdad de las instrucciones que recibieron de mí. No mintieron ni estafaron; anduvieron conmigo y llevaron vidas buenas y justas e hicieron volver a muchas personas de sus vidas pecaminosas.» Malaquías 2:6 NTV
Estas palabras sobre la tribu de Leví nos muestran el impacto de vivir en integridad. La integridad es esa coherencia completa entre lo que somos, decimos y hacemos. Los levitas no solo evitaban la falsedad; también ayudaban a otros a conocer la verdad. Sus acciones eran justas y pacíficas, y estaban alineadas con sus palabras.
Cuando nuestras palabras y acciones están en sintonía, atraemos a otros a la verdad y los alejamos del pecado. La integridad ejerce un atractivo poderoso, mientras que su ausencia causa rechazo. En tiempos de Malaquías, los sacerdotes necesitaban este recordatorio: «si deseaban ver las bendiciones de Dios nuevamente, debían vivir con integridad.» Así, su ejemplo motivaría a otros a imitar su caminar. Más aún, enseñar las leyes de Dios con integridad los alinearía nuevamente con la voluntad y el favor de Dios.
Hoy, como hijos de Dios, enfrentamos el mismo reto de vivir en integridad. A veces decimos lo correcto, pero nuestras acciones o actitudes no concuerdan. Otras veces, nuestro comportamiento es bueno, pero nuestras palabras pueden ser duras o inapropiadas.
Sin embargo, hay dos palabras que nos revelan el secreto de la integridad en el ejemplo de Leví: “anduvieron conmigo.” Caminar con el Señor es nuestra única esperanza para vivir en integridad, alineando nuestras palabras y acciones.
«Que el Señor pueda grabar sus caminos y palabras en nuestros corazones. Que nuestra vida refleje su reino y sea honrado a través de todo lo que hacemos y decimos.»