«1 Por lo tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante. 2 Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe. Debido al gozo que le esperaba, Jesús soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que esta representaba. Ahora está sentado en el lugar de honor, junto al trono de Dios»
Hebreos 12:1-2
De seguido suelo analizar mis rutinas diarias y me pregunto ¿será que estoy haciendo bien será que estoy yendo por el plan divino que Dios predestino? Y por lo general me pregunto esto cuando una situación difícil, algún problema, alguna crisis toca mi vida o cuando por alguna razón siento un vacío que algo falta.
A modo de aliento y motivación en Hebreos 12: 1-2 El autor de esta carta nos trae a memoria la cantidad de testigos que tenemos que ya han transitado la carrera de la fe y lo más alentador es que nos dice cómo hacerlo. El versículo 2 dice: “al fijar la mirada en Jesús”, parece algo simple de hacer, pero hoy día tenemos tantas distracciones y modo de correr en esta vida que cada vez se hace más difícil mantener la mirada en Jesús. Solemos poner la mirada en la economía, políticos, amigos, familia, en el trabajo o incluso en algún pasatiempo, que en si no está mal mirar estas cuestiones, pero se convierte en un enemigo de mi fe cuando mi confianza se apoya en alguna de ellas.
Pero el autor continua enseñándonos y nos muestra a Jesús como el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe, teniendo todo esto en mente recuerdo también que dice Jesús acerca de la fe en Mateo 17:20 «.. si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza». La fe que Jesús nos pide no es grande en cantidad, pero tiene una característica especial.
Leí recientemente que, a pesar de su diminuto tamaño, la semilla de mostaza es una de las más resistentes, capaz de soportar sequías, heladas y temperaturas extremas. Al descubrir esto, comprendí mejor lo que el autor de Hebreos enseñaba, y entendí por qué Jesús nos llama a tener este tipo de fe. Esta fe, como la semilla de mostaza, se fortalece cuando fijamos nuestra mirada en Jesús, el autor y perfeccionador de nuestra fe.
Cuando en nuestras vidas pasamos pruebas, momentos difíciles o desazones solo tenemos una opción y es mirar a Jesús y buscar que El perfeccione nuestra fe. Y Jesús que tuvo ese tipo de fe nos enseñará y guiará para que alcancemos esa misma medida, como el grano de mostaza que resiste a lo que viene por delante y no flaquea ni deja de ser hijo de Dios según el ambiente o el entorno en el que viva.
Y comprendo que no se trata de mí, ni de mis capacidades o destrezas en ser buena persona, sino que en quien pongo mi mirada para vivir cada día.
Hoy oro para que nuestra mirada sea puesta en Jesús, qué la relación con él vaya creciendo y así también nuestra fe perfeccione al punto de mover montañas, pero que también nuestra fe sepa soportar azotes, insultos, burlas, crisis y sea suficiente para cargar la cruz que nos toque llevar.